Compañeros y compañeras, este último mes, ver las noticias ha sido descorazonador. Los bombardeos del Estado de Israel como respuesta a los atentados del 7 de octubre han dejado muertes que se cuentan por decenas de miles. Esto junto a la destrucción de la civilización en Oriente Medio.
No sé al resto de presentes, pero a nosotres se nos hace difícil empezar 2024 pensando que la humanidad estamos construyendo un mundo mejor. Sólo hay una cosa que me hace creer que sí: saber que cada vez somos más personas luchando para ello, confiando en que un futuro más justo es posible.
Compañeres, buena parte de los que estamos impulsando la campaña, queremos hacer notar que, por muchas injusticias que estén ocurriendo ahora mismo en distintos lugares del mundo, no vamos a mirar hacia otro lado. Por muy crudo que tengan este invierno en Gaza, eso no impide que vayamos a tener buenos deseos en su recuerdo durante nuestros encuentros familiares. Y quiero dar las GRACIAS, porque sé que contamos con vosotres para reflexionar y hacer visible la situación.
Afrontamos muchas dificultades para tener capacidad de organización y acción. Los de la AIT proponen las iniciativas y acciones bajo el enfoque de la clase trabajadora, porque se ve a la sociedad dividida entre explotadores y explotados, que se disfrazan como consumidores, abanderados, creyentes, y otras formas de disimular la realidad de la economía.
La economía no sólo son monedas y cuentas bancarias.
La economía son recursos mineros, petróleo, ríos, tierras de cultivo y ciudades a urbanizar. Luego la mano de obra para que de rentabilidad a todo esto para los ricos.
El proyecto sionista que determina la política del Estado de Israel, ya tiene sus leyes hechas: Por estas, Palestina se llama Israel, porque esa gente reclaman todo el territorio que llaman «Israel histórico». Su proyecto pasa por la limpieza étnica de Palestina, y así disponer de los recursos naturales y espacio para urbanizar.
Además, tienen atrapado al pueblo palestino en un dilema moral: que no aceptan someterse a la nacionalización en Israel, de manera que los israelíes ya tienen una clase social para ser explotada y manejada como al ganado, sin papeles.
La economía gobierna las guerras, incluyendo la propia economía de las armas.